- - Laura, no te oí llegar ayer.
- - Normal, hacía un par de horas que estaba en casa cuando apareciste.
Iba de un lado para otro con una taza de café en una mano y ropa en la otra. Salía a la terraza y volvía sin ropa en la mano y a veces sin taza. Cuando esto pasaba volvía a salir, la recogía de la silla verde y volvía a entrar en el piso. De pronto salió al comedor.
- - ¿Sólo tienes esto para lavar?
- - Eh… no lo sé, no me lo había planteado. ¿De dónde has sacado eso? Des de la semana pasada que no veía esa camiseta y el caso es que el jueves quise ponérmela y no pude.
- - ¿De dónde la he sacado? Ja,ja,ja ¿qué no sabes que tienes un cesto de ropa sucia en el lavabo?
- - Ahh… sí ahora que lo dices me suena algo. Lo compró Pablo cuando vivía aquí. Pensé que se lo había llevado.
- - Supongo que lo pensabas porque estaba detrás de la puerta y cómo tú nunca la cierras…
¿Cómo sabía eso? Mejor dicho, ¿Cuántos días llevaba allí para saber eso? Volvió a salir a la terraza con la taza y la ropa que había descubierto. Se quedó mirando al frente un rato.
- - Los vecinos de abajo están discutiendo. Él llegó más tarde que tú. ¿Carlos se llama? Me lo encontré ayer cuando venía de la compra. Creo que no llegarán lejos, ella es demasiado celosa. El martes le lió una buena cuando descubrió unos mensajes de una tal Ainara. Deduje que era una compañera de trabajo por el contenido, pero ella le decía que no era normal que se enviase mensajes con esa “bruja caza hombres”, que para eso estaba el correo.
- - Llevan años así. No creo que se separen, siempre vuelven.
- - Bah, un día todo se acaba.
Entró de nuevo en el piso. Ahora entendía porque cuando a las 5 de la mañana había abierto la nevera para coger leche y estaba llena. Él entró en su habitación y sacó la ropa y se la dio “Creo que ya no hay nada más”. Ella entonces salió de nuevo ahora sin taza pero con un libro.
- - ¿Te puedo hacer una pregunta?
- - Claro. Otra cosa es que te la conteste.
- - ¿Por qué me pides la ropa sucia?
- - ¿Qué tipo de pregunta es ésa?