domingo, 25 de julio de 2010

La herencia

- Laura, ¿has visto lo que le han dejado en herencia a tu amigo?
Un gran lienzo, pintura impresionista, autor desconocido. A Laura no le extrañaba que no se hiciera famoso.
- ¿Quién se ha muerto?
- Un tía de esas que sólo ves cuando eres pequeño.
- ¿Le caías bien?
- Claro. Era su sobrino favorito.
- No lo parece.
- Ves, ella opina como yo.
- ¿Qué le ha dejado a tus hermanas?
- No lo sé. ¿Por qué?
- Quizá viviste engañado y sus favoritas fueran ellas.
Pablo no podía sino darle la razón a aquella chica que le sacaba de quicio. El cuadro era horroroso, no pegaba con la combinación de la casa y, encima, daba un poco de miedo.
- ¿Dónde lo vas a poner?
- Aún no lo sé, ¿propones alguna idea?
- Creo que en el contenedor de la esquina queda sitio.
- Laura, te estás pasando.
- Vamos, sólo le pone palabras a los pensamientos de la sala.
- Ahora resulta que la defiendes. A mí me gusta.
- Sólo te gustan las cosas que dan miedo.
- Oye, haré ver que no he escuchado eso por las segundas intenciones que pueda tener.
Laura y Pablo entraron en la cocina mientras el nuevo dueño de aquél cuadro lo observaba.
- Laura, y cuando te mueras ¿Tú qué me vas a dejar?
- ¿Cómo?
- Sí, llevo demasiado tiempo aguantándote y ni siquiera somos amigos. Algo me debo merecer, deberías dejarme algo.
- Tranquilo.
- ¿Qué?
- Cuando me muera te voy a dejar tranquilo. Dejaré escrito en el testamento que prometo no aparecerme en sueños o alucinaciones producidas por substancias prohibidas.
- Mm… Es mucho mejor que un cuadro. ¡Gracias!

domingo, 9 de mayo de 2010

La Boda de Dani (II)


Laura esperaba a Nacho en la barra, cerca de la puerta y lejos del gran salón donde los invitados bailaban al ritmo de canciones que nunca pasan de moda. Se había vuelto a poner los zapatos y tomaba una caipirissima. Sabía lo que le quería decir, pero no sabía si era el momento, ni siquiera si hacía falta contarle a Nacho aquello. Era importante que no hubiese pasado nada aquella noche, sin embargo, sin el contexto Nacho no lo entendería y explicar el contexto significaba explicarle muchas cosas.

- ¿Laura?

Estaba tan inmersa en sus pensamientos que no había percibido la presencia de Nacho en la barra.

- ¡Me has asustado! Pide algo y vayamos fuera, tengo que contarte algo y no sé como, quizá el aire fresco me aclare las ideas.
- Mmmm... de acuerdo. ¿Me debería preocupar?
- En realidad no.

Se instalaron en un columpio. Parecían estar en un porche de serie americana, sólo les faltaba na manta y que empezara a anochecer. Pero estaban a las afueras de Barcelona, eran las nueve y el verano les obsequiaba con una cálida luz y una suave brisa.

- ¿Sabes por qué quería venir sola?
- Puedo imaginármelo y... supongo que está relacionado con lo que me quieres decir ahora... ¿No?
- No de la manera que crees.

Laura dio un gran sorbo a su caipirissima y dejó el vaso en el suelo. volvió a quitarse los zapatos y a adoptar la posición del baño.

- No me he podido acostar con Dani y es culpa tuya o... gracias a ti. No, espera déjame acabar. ¿Recuerdas por qué rompí con Marc? Tras una discusión salió de fiesta y se levantó al día siguiente con una chica que no era yo. Bien... Dani y yo mantuvimos una relación paralela, esporádica y húmeda a lo largo del año y medio que estuve con Marc.

Nacho había pasado querer decir algo a no poder articular palabra. No entendía la actitud de Laura ni en aquel momento ni en el momento del que hablaba y tampoco por qué se lo contaba a él.

- Quería despedirme de Dani. Cuando nuestra relación estaba más indefinida que ahora nos habíamos visto alguna vez y, pensaba que al no tener etiqueta podría... bueno, ya sabes, un último adiós. Cuando estábamos encerrados en el baño, él me iba bajando la cremallera y me susurró "Te he echado de menos". Entonces retumbó en mi cabeza "Vamos Pablo yo confío en Laura". Y me puse a llorar. Y le aparté. Y se enfadó. Y se fue. Y te llamé. Y...
- ¿Si no hubiese dicho eso hubieras seguido?
- No... Hubiese escuchado otras cosas como "¿Qué vemos esta noche?", "Ha sido ella quien se ha acabado el café" o "Vamos, es el mando de la tele no un lingote de oro". Palabras que no quiero dejar de escuchar.
- Lau...

Nacho entendió que Laura no se lo contó para dejarle claro que no le había sido infiel, sino para mostrarle que aquello estaba tomando un cáliz que ninguno de los dos sabía como interpretar, que estaba empezando a ser algo más que diversión y casualidad.

- Si esto fuese una película debería decirte "Te quiero".
- Mejor que no lo hagas, prefiero seguir en la vida real.

miércoles, 28 de abril de 2010

La Boda de Dani (I)

- Ven a buscarme por favor.

Laura estaba sentada en un sofá de polipiel rojo. Se había quitado los zapatos y tenía las rodillas contra el pecho. Nunca había entendido porqué en el descansillo de muchos restaurantes de categoría había muebles tan cómodos. Al lado tenía una mesita donde descansaba su bolso y una lámpara llena de lágrimas de cristal que chocaban entre ellas cuando el viento suave entraba por la ventana que había al fondo del baño. Entre pasillo y habitación distribuidora no había puerta, simplemente un gran arco de madera barnizada.

- ¿Cómo ha ido?

- Depende del filtro con que lo mires.

Hacía como tres meses que recibió una carta que decía “Daniel BR y Rosa LM se complacen en invitarles a su boda”. Aquella carta le había causado una especie de shock emocional que no había sabido interpretar.

- Cristian, Dani se casa y no es conmigo.

- Ahá.

- Me parece muy fuerte y más aún que me invite.

- Ahá.

- Cristian esto es serio…

- Tú estás con Nacho.

- No estoy con Nacho y, en caso que lo estuviera, no tendría nada que ver. Es Dani, llevo como media vida enamorada de él.

- Y la otra media como acostándote con él.

- No ha sido exactamente así y lo sabes.

Laura había conocido a Dani hacía 5 años, cuando ella tenía 19 y él 34. Era el entrenador de básquet bohemio con aires de poeta de su hermano. Alto, moreno, un poco desgarbado y con los ojos marrones. Un tipo muy normal que había ensimismado a Laura. Después de un año de cortejo e insistencia ella había conseguido atraparlo y era frecuente que en el momento menos pensado uno de los dos llamase. Sus claves eran muy sencillas basadas en una canción que Laura adoraba y que intentaba contagiar a cualquier persona de su alrededor. “Venga” y “Vale” eran la señal de un encuentro esporádico en el que acabarían sudando en el sofá, la cocina, el despacho o, quizá, una cama del piso de Dani, situado en la Calle París.

- Pero, ¿Cuánto hace que no... “quedáis”?

- Como unos 4 ó 5 meses.

- ¿Cuánto hace que estás con Nacho?

- ¿oficial o extraoficialmente?

-

- Joder, Cristian. Empecé a acostarme con Nacho hace como ocho meses. Sí, pero estuvimos un tiempo que no sabíamos que éramos o, lo sabíamos menos que ahora. En ese tiempo, no asumí ningún compromiso de fidelidad, ambos podíamos hacer lo que quisiéramos. Luego, simplemente no tuve la necesidad de recurrir a Dani, un pacto no escrito.

- Pero ahora te da rabia que se case, cuando igualmente él compartía cama contigo cuando tenía novia.

- Pero no se casa conmigo…

- Pero tú no te quieres casar…

- Pero es Dani…

- ¡Pero eres lo peor!

Recordaba aquella conversación telefónica con Cristian mientras al otro lado de la línea ahora se encontraba Nacho.

- No te entiendo y no sé si quiero entenderte.

- Ven, creo que… no… no lo creo, lo sé. Tengo que contarte algo.

A Laura le temblaba la voz, a Nacho, en cambio, el resto del cuerpo.


lunes, 26 de abril de 2010

Si hace falta, te enseño a hacer el pino


Pablo esperaba en la puerta de aquel sexto piso situado en la calle Valencia. No sabía si Laura le abriría la puerta o no, pero sabía que estaba dentro porque minutos antes la había visto en el "balcón-casi-terraza-donde-nos-gusta-cenar-en-verano" como ella lo llamaba, observando el horizonte. Quizá le había visto ella a él, o quizá simplemente estaba concentrada en su mundo paralelo, un universo difícil de descifrar.
- ¿Qué haces aquí?

Laura le había abierto la puerta, pero se mantenía en una actitud defensiva.

- Hace más de una semana que no pasas por casa.
- Quizá porque hace más de una semana que me dejaste claro que estabas harto de mi.
- Pero... no te dije que dejaras de venir.
- "Ojalá no pusieras nunca más un pie en esta casa".
- ¿Dije eso? En ese caso... te enseño a hacer el pino y luego ya negociaremos.

Laura hizo un ademán de cerrarle la puerta en la cara, más por que no la viera reírse que porque siguiera enfadada.

- Venga, estoy intentando pedirte perdón... en el calendario pone que toca regar al Mr. Stinson y sabes que ni Nacho ni yo lo vamos a hacer... ¿vas a dejarlo morir?.
- ¡Oh! No le has llamado cactus del diablo.
- Bueno, esta semana sin ti hemos estado hablando y bueno..., no es tan asesino como creía. Él te hecha de menos, dice que hablar conmigo no es lo mismo.
- ¿Y tu?
- Yo también prefiero discutir contigo que con él... pero no se lo digas.

Laura ya no podía evitar sonreír con la escena que estaba montando Pablo así que decidió darlea una tregua.

- Anda, pasa... Hablemos sobre el futuro del Mr. Stinson.
- Te ha echado mucho de menos.
- ¿Sí?
- Es un cactus muy sentimental.
- Ya... lástima que a veces sea un poco... ¿bruto?
- Si vuelves, me ha prometido que intentará suavizarse.
- ¿Y que dice Nacho al respecto?
- Creo que está harto de los dos... de ti y del cactus claro.
- En ese caso, enséñame a hacer el pino cuanto antes.

Y Pablo y Laura brindaron con dos cervezas bien frías.

lunes, 19 de abril de 2010

Preferiría no hacerlo


En la carrera te enseñan que no debes titular con juegos de palabras y/o frases más que conocidas. Siento contradecir hoy esta regla, pero os prometo que preferiría no hacerlo. ¡Ups, ya estamos otra vez!

Ayer me desperté y la primera noticia que tuve fue la siguiente: tres asignaturas de literatura desaparecen de las carreras de Periodismo y Comunicación Audiovisual. Periodismo especializado II, Literatura comparada del Siglo XX y Literatura y medios de comunicación audiovisual. Preferiría que hubiese sido una broma, pero no lo fue. Por desgracia, no lo es.

¿Qué será del Nuevo Periodismo, de Capote, de Salinger, de Melville, de Kapuscinski?; ¿Qué será de escribir, de saber, de aprender, de conocer, de enseñar? Dicen que los periodistas han de saber de todo porque tocan muchos temas. Por eso nos quitan la literatura que nos enseña historia, lengua, sensibilidad, lecciones de vida, maneras de comprender.

Preferiría no tener que contaros esto y seguir conversando como si nada hubiera pasado. Pero ha pasado y tenemos que hacer algo.

Els periodistes no volem ser orfes de literatura.

Blog de Sergi, él, os lo explicará mejor: Captatio benevolentiae

jueves, 15 de abril de 2010

Llevaba tus zapatos


Primer tono. ¿Le cogerá el teléfono? Segundo tono. Claro que se lo cogerá. Tercer tono. Vale, de acuerdo es posible que no se lo coja. Cuarto tono. Lo sabía.

-¡Nacho! Me he acordado de ti. Muy fuerte, verás. Iba a coger el metro para volver a casa, pero no estaba tan lejos así que he decidido volver a casa a pie. De hecho estoy volviendo aún, pero a lo que iba. Bajaba por Aribau y de repente ¡zas! Un chico muy alto, ni demasiado rubio ni demasiado poco, verdes... ¡ojazos verdes! Perfecto...

Al otro lado del teléfono, Nacho miraba su reflejo en el ordenador. Sí, era alto, sí tenía unos ojos verdes envidiables y bueno... el pelo... estaba claro que no era demasiado rubio. Un castaño indefinido. Sí... Laura estaba rendida a sus pies. Llamarle sólo para decirle eso. Esboza una pequeña sonrisa. Sí, sí.

- Tan perfecto que hemos chocado por mi culpa, claro iba ensimismada pensando en mi nuevo príncipe azul, hemos chocado y se ha disculpado. ¿¡Dónde estaba una persona así!? Bueno a mi se me han caído libros y algún boligrafo que llevaba en la mano porque había salido súper rápido de casa de Ally porque me iban a cerrar en súper que hay justo enfrente de su casa. Pero tranquilo he llegado a tiempo. Ahora voy cargada con los libros y la compra. Por suerte he chocado antes, ¿te imaginas las latas de Coca Cola, las galletas y los tomates rodando por la calle? En fin... Bueno, que me voy del tema... ¿Sigues ahí?

Claro que seguía ahí. Esperaba el momento de escuchar "Era tan perfecto, me ha recordado tanto a tí"

-Sí, claro.

- Perfecto. Vale pues me mira, le miro. ¡Uff que guapo! Lleva una camiseta negra, lisa, de manga corta ¡Sin rayas ni estampados raros! Con una sudadera verde. Suerte que estaba desgastada... En sus mejores tiempos debería haber sido verde nuclear. Vaqueros, perfectos, en su sitio. Desgastados. Un reloj digital, negro, también! No me fijé del todo pero alguien tan ideal seguro que llevaba un piercing en la ceja...

Le ha dicho tantas veces que uno de sus mayores defectos es no llevar uno de esos... Seguro que se ha imaginado como le quedaría a él y por eso lo ha incluido en su descripción.

-El caso es que me agacho para recoger mis cosas, se agacha... que majo en serio... y de repente. ¿Sabes qué he visto? ¡He visto que llevaba tus zapatos! Sí, esos horribles que odio los que tu dices que son negros pero en realidad son azuloscurocasinegro, pero se nota que son azules. Que no son lisos, peor las arrugas son poco definidas.. Bueno los pliegues como tu les llamas. No he podido evitar reírme y el chico no me entendía. Le he dado las gracias y me he ido corriendo con al excusa que me iban a cerrar, pero en realidad... en realidad es que ha dejado de ser perfecto y se ha convertido en un simple mortal más. ¡Como tú! ¿No es genial desmitificar a las personas antes que se conviertan en una obsesión?

- Laura... ¿Algo más?
- Sí... he decidido intentar pasar por el mismo sitio a la misma hora todos los jueves... Si no puedo verte a ti, al menos veré tus zapatos. Ciao Nacho.

En casa, Nacho no sabe como sentirse. Después de tanto tiempo aún no entiende del todo los dobles sentidos de Laura. Aún no sabe qué hacer cuando le cuelga tan de repente, no entiende su juego, sólo sabe que no puede dejar de jugar y que por mucho que se lo piense siempre cogerá el teléfono. En la calle, Laura guarda el móvil con una sonrisa. "Y llegó el día en que me gustaron esos zapatos..." Piensa mientras gira por la calle Provença.

miércoles, 3 de marzo de 2010

La teoría de los clips



Llegados a este punto era inevitable formular una teoría en firme para que alguien se la refutara, para que él se la refutara.

- ¿No lo ves? Tiene que significar algo.
- Claro, Laura, que la gente es despistada y pierde cosas. No hay más.
- ¿Y lo de ayer? ¿Cómo explicas que lo viera el lunes, no lo rescatara y el martes continuara allí?
- Pues que la señora de la limpieza del edificio no es demasiado eficiente.
- No. Hay más. A ver, ¿Qué es un clip? Un utensilio que sirve para para sujetar papeles para que no se pierdan, para que estén más ordenados.... Pues los "papeles" tienen que ser todas aquellas cosas que están desordenadas en mi vida y que debo poner en su sitio, como un medidor de problemas u obstáculos. por eso son de diferente tamaño y color.
- Y nacionalidad. No olvides que tu obsesión empezó en la bella Italia.
- Sí quizá también. Escucha. De cuarenta y cuatro clips actuales, tres son rojos y uno rosa. Podrían ser perfectamente pasiones y calma. Y el lila... debe ser la amistad. Los verdes deben referirse al reciclaje. El contenedor del plástico está lejos, no lo uso tanto como debería y últimamente no imprimo a doble cara porque en la oficina no puedo.
- ¿Y el resto?
- Pues los típicos problemas con la familia, el trabajo, dietas que nunca sigo, el gimnasio al que nuca voy, la película que nunca acabo de ver, los idiomas, un puzzle sin montar...

Todo era raro que por un momento parecía que tenía sentido. Entonces se percató de un detalle que ella había pasado por alto.

- ¿Y el blanco?
- Debe ser espiritual. Intento equilibrarme con feng shui, pero mi habitación no me permite hacer todos los cambios que necesito.
- ¡Ja,ja,ja! A veces me gustaría que te escucharas.
- Piensa lo que quieras, pero hasta ayer tenía 4 clips rojos.
- ¿Y?
- No sé, pregúntale a tus sábanas.

jueves, 11 de febrero de 2010

Las lavadoras se ponen los domingos (II)


- No sé, no estoy acostumbrado a que me laven la ropa.

- Siempre te la lavan, ¿acaso quitas las manchas a mano?

- No, quiero decir… ya me has entendido… es que…

- No te pongas nervioso, me iré mañana por la mañana.

- Yo…

- Ya, tú no me echas, pero no sabes qué hago aquí.

Volvía a hacerlo. Le leía la mente. Interpretaba su mirada. Encontraba las palabras para expresar sus pensamientos. No quería que se fuera, no quería tenerla allí, no sabía lo que quería.

- Puedes quedarte el tiempo que quieras.

- ¿Desde cuando el ser humano sabe lo que quiere?

viernes, 22 de enero de 2010

Las lavadoras se ponen los domingos (I)


- - Laura, no te oí llegar ayer.

- - Normal, hacía un par de horas que estaba en casa cuando apareciste.

Iba de un lado para otro con una taza de café en una mano y ropa en la otra. Salía a la terraza y volvía sin ropa en la mano y a veces sin taza. Cuando esto pasaba volvía a salir, la recogía de la silla verde y volvía a entrar en el piso. De pronto salió al comedor.

- - ¿Sólo tienes esto para lavar?

- - Eh… no lo sé, no me lo había planteado. ¿De dónde has sacado eso? Des de la semana pasada que no veía esa camiseta y el caso es que el jueves quise ponérmela y no pude.

- - ¿De dónde la he sacado? Ja,ja,ja ¿qué no sabes que tienes un cesto de ropa sucia en el lavabo?

- - Ahh… sí ahora que lo dices me suena algo. Lo compró Pablo cuando vivía aquí. Pensé que se lo había llevado.

- - Supongo que lo pensabas porque estaba detrás de la puerta y cómo tú nunca la cierras…

¿Cómo sabía eso? Mejor dicho, ¿Cuántos días llevaba allí para saber eso? Volvió a salir a la terraza con la taza y la ropa que había descubierto. Se quedó mirando al frente un rato.

- - Los vecinos de abajo están discutiendo. Él llegó más tarde que tú. ¿Carlos se llama? Me lo encontré ayer cuando venía de la compra. Creo que no llegarán lejos, ella es demasiado celosa. El martes le lió una buena cuando descubrió unos mensajes de una tal Ainara. Deduje que era una compañera de trabajo por el contenido, pero ella le decía que no era normal que se enviase mensajes con esa “bruja caza hombres”, que para eso estaba el correo.

- - Llevan años así. No creo que se separen, siempre vuelven.

- - Bah, un día todo se acaba.

Entró de nuevo en el piso. Ahora entendía porque cuando a las 5 de la mañana había abierto la nevera para coger leche y estaba llena. Él entró en su habitación y sacó la ropa y se la dio “Creo que ya no hay nada más”. Ella entonces salió de nuevo ahora sin taza pero con un libro.

- - ¿Te puedo hacer una pregunta?

- - Claro. Otra cosa es que te la conteste.

- - ¿Por qué me pides la ropa sucia?

- - ¿Qué tipo de pregunta es ésa?

Era el tipo de pregunta que no le quería hacer, pero era la única forma de saber qué hacía allí sin que ella se sintiera atacada

martes, 12 de enero de 2010

Teníamos un trato


Pasaban más de veinte minutos de las ocho cuando se abrió la puerta. En el comedor parecía que había pasado un ciclón. La mesa estaba llena de papales subrayados con demasiados colores, sobre las sillas descansaban montones de libros abiertos o por abrir y el suelo, era una extensión de la mesa. Laura, en el sofá miraba sin demasiado entusiasmo una serie de televisión.

- Teníamos un trato.
- También teníamos café y esta mañana se ha acabado.
- ¿Qué? Y seguro que no has comprado. ¿Qué voy a desayunar mañana? Pero, no me cambies de tema. Ya sabes de qué trato te hablo. Podías pasar aquí unas semanas si no cambiabas la decoración. Y éste, no parece mi piso.

- Ah, de ese trato me hablas. En una convivencia hay que ceder. Yo acepto que seas tan ordenado. Acepta tú que yo también lo sea.
- ¿El que? ¿Ordenada?

- Sé perfectamente dónde está cada cosa.
- ¿El subrayador amarillo?

- Encima de la silla más cercana a la puerta.
- ¿El verde?
- Debajo de la mesa, junto a una goma de borrar y un punta fina azul.
- ¿El lila?
- No tengo subrayadores lilas... ¿Ves? Todo en orden.
- No, no todo está en orden. ¿Cuándo piensas volver a dejarlo todo como estaba?

- Mmm... No sé. Déjame pensar. El viernes tengo un examen, pero la semana que viene tengo que entregar un reportaje, una crítica y un trabajo indescriptible. Quizá el próximo martes esté lo suficientemente estresada como para hacerlo.
- ¿No sería más fácil hacerlo hoy o mañana?

- ¡Eh! Estoy viendo Seinfield, ¿Vale? Además... Si lo hago ahora... ¿Qué haría el martes?
- ¿Hacer los trabajos?

- ¿Y qué haría el jueves por la noche?
- ¿Dormir?
- ¡Bahh! Entonces no tiene emoción.
- En serio, no te entiendo, ni siquiera te gusta esa serie.
- Tampoco me gusta despertarme a la siete y hoy lo he hecho. Son cosas de la vida, rutinas, manías… llámalas como quieras.
- No pienso discutir contigo. Por cierto... ¿De qué otro trato podría esta hablándote?

- No sé, quizá del de no dormir juntos otra vez. También lo teníamos y tampoco lo he cumplido. Ah, claro como ese también lo has roto tú no pasa nada.
- No es lo mismo.
- Es un trato igual.
- Me voy a la ducha.
- Eso, huye.
- No huyo.
- Te equivocas.
- ¿Cómo?
- Sí he comprado café.