jueves, 30 de abril de 2009

Lola

Quatre dies abans havia rebut un llibre que feia poques hores havia acabat i una llibreta que no sabia ni com ni quan començar. Des de que li van regalar la duia a sobre, però… Amb què podria omplir-la? Què podia ser mereixedor de ratllar aquells fulls blancs? Tenia massa por d’equivocar-se com pensava que sempre feia. Quina era la seva historia? Això pensava cada dia que la treia de la bossa.

L’observava. Era de color lila amb un estampat que en un primer moment la va sorprendre: entre el lila hi havia sanefes daurades que la feien brillar. Sí, tot i ser de color fosc era lluminosa i això feia que cada dia li agradés més. Un parell de dies més tard ja no la sorprenia i va decidir que anomenaria aquell estampat “oriental”. Li recordava a una catifa que havia vist en un quadre al llibre de quart d’E.S.O del que no recordava el nom. Per li venia a la ment una ballarina i un colonitzador del nou món. Potser només era un passat que volia construir, però fins i tot creia recordar que la fotografia estava a una pàgina parell. Poc després va descobrir que al final de la llibreta posava que recreava les “telas clásicas”. Potser no anava tan errada amb la l’adjectiu oriental.

Abans de res va pensar que li havia de posar nom. Si la seva càmera, la memòria USB i la gravadora en tenien… ¿per què no una llibreta que havia de ser, no, que ja era molt important? No va trigar gaire a trobar-li un bon nom: Lola. No sabia ben bé perquè, però en llegir aquell nom al llibre que li havien regalat el mateix dia que la llibreta ho va veure clar. A més a l’Aarthi li agradaven cançons d’un grup la cantant del qual es deia així. Va pensar que seria un bon homenatge. Sí, Lola era un bon nom.

Sí, quatre dies més tard ja sabia com començar la seva historia, com començar la historia amb la Lola. Ella pensava que tot a la vida estava format per peces petites, de trossos de vida sense cap valor que ho tornen tot més fàcil, tal com deia la cançó. Aquell matí, encara mig adormida havia descobert un tros de vida que la feia sentir una mica més bé, per això va pensar que començaria per aquí, per una sensació de benestar.

domingo, 26 de abril de 2009

Descorchemos una botella de ron (I)

-Necesito ron.
- ¿Ron?
-Sí, ron. Ron de la botella vacía que hay encima de la mesa de trabajo que tiene la función de jarrón de unas flores secas que desprenden olor a momentos alegres.
- ¿Sabes que acabas de formular una frase muy larga y liosa?
- Sí, lo sé, pero me da igual.
- ¿Por qué te da igual?
- Porque necesito ron.
-¿Has bebido?
-No, o al menos no lo suficiente así que me voy a acabar tu cerveza.
-¿Lo suficiente para qué?
-Lo suficiente para… ¡pedirte un abrazo!
-Pero si nunca has necesitado ron para eso.
-Eso es lo que tú te piensas. Pero no necesito un ron cualquiera, necesito el ron que hay encima de ...
- …de la mesa que bla bla bla. Dime qué tiene ese ron para que lo necesites tanto.
-¡La solución! Aunque bien podría tenerla esa cerveza que me acabas de quitar.
-¿La solución a qué?
-A todo lo susceptible a ser solucionable. Iepa! És meva! Esther is happy!
-Yo que creía que todos los problemas podías solucionarse de una forma u otra.
-Mmm… no creo, pero ¿sabes qué creo, no, no ¿sabes qué afirmo? Que todas las soluciones generan problemas. Seguro, indiscutible, tengo razón, me merezco un trago.
-A ver, a ver… entonces el ron te va a solucionar unos problemas y a la vez te generará otros.
-Claro, de acuerdo, tiene razón, amigo, como siempre. Mas no te diste cuenta que tú mismo, amigo, te contestaste. ¿Quién ha dicho que yo quiera solucionar los problemas que me va a generar el ron? Yo quiero solucionar los problemas de ahora. Bueno, al menos los que sean solucionables. Ya nos preocuparemos más adelante.
-¿Y esos solucionables son muchos o pocos?
-No sé, consígueme ron y te lo cuento que la cerveza de momento no sirve.
-No te entiendo.
-Ni falta que hace. ¿Nunca te hablé de ron?
-Ni falta que hace.
-Ñiñiñi. Sí hace falta, és molt molt necessari! “Necesito ron” me oirás decir muchas veces, amigo, cuando no sepa que hacer con mi vida, necesitar ron es necesitar… una especie de… Sí, ya lo tengo una especie de ¡catarsis! ¡Oh! Cuantísimo me gusta esta palabra ¡Brindemos! Catarsis… ¡Volvamos a brindar! En fi… Romper con todo, poner en orden las ideas, decir “hasta aquí llegó el caos”. Eso en necesitar ron de la… No… Ron que… bueno de ese que sabes. Aunque íbamos por el caos, ¿verdad? Caos, que harmonía más irregular, que orden más desordenado, que dulce más amargo, que trago más corto.
-Qué incongruencias más grandes…
-¡Bah! No tengo ganas de oírte, tengo ganas de que me escuches decir…
-¿Decir más tonterías?
-¡No! Eh, ¿por qué te la has acabado? ¿También te apetece cambiar de problemas? Es igual, no me contestes, estaba hablando yo. Sí, sí vuelvo al tema “Quiero que me escuches decir” que no bebo ron, que si me pongo a pensar creo que quizá ni me guste, que nunca he bebido ron por mucho que lo vaya proclamando en mis vidas virtuales, que mi ron no es alcohol. Que no quiero ser un pirata, que no quiero que me dejes serlo, que quiero que me des un abrazo. Y tú, ¿qué quieres?
-¿Yo? Quiero ron.

miércoles, 22 de abril de 2009

¡Felicidades, Capitán!

Cada año cuando llegaba el 23 de abril lo que se me venía a la cabeza era que ninguna rosa amarilla o libro adornaría mi habitación al llegar la noche, Este año, en cambio, a medida que se acercaba el día, además de pensar en qué libro regalaba a dos personas más que especiales, también pensaba en cómo felicitar a alguien no “más que especial”, pero sí “más que oportuno”.
Puedo decir que conozco a David más de lo que algunos creen necesario y menos de lo que a mí me gustaría. Puedo decir que suele llegar tarde, que su actitud a veces es prepotente y que le gusta hacer ver que es él quien sabe y no tú. Sé, también, que conoce mucha gente y que bien podría ser uno de los grados de separación con cualquier persona. Le puedes hablar mal des del respeto o bien des de la arrogancia que siempre va a saber qué contestarte. Puedes pasarte varios minutos con un tira y afloja que siempre sabrá que contestarte y tú que contestarle a él porque tiene la capacidad de sacar lo peor –o lo mejor- de ti. David también se equivoca, se ríe si se lo recuerdas. Me gusta pensar que es humano y tiene sentimientos.

Durante unos meses creo que me intentó enseñar muchas cosas y puedo decir que no lo consiguió. No sé cuales eran sus expectativas, pero las mías creo que fueron demasiado altas. Más que aprender, recordé. Recordé que no debía dar la razón a quien no la tenía, que las cosas no tiene porque decirse con palabras bonitas, que yo sí podía.

Podemos decir que David apareció cuando y donde debía a su pesar. Cuando volvía a preguntarme qué hacía allí, por qué había escogido ese camino y por qué no dejaba de equivocarme. Sin palabras amables y con algún que otro enfrentamiento sin importancia me devolvió las ganas –y sin él saberlo- de demostrarle a alguien que yo no era como los demás, que él no podía decirme que yo no podía hacer algo como si no pasara nada. Si algún día llego a ser alguien –ya no digo importante, si no alguien a secas- quizá la gente te maldiga por haber hecho que alguien como yo continuara en un mundo como este. Yo, de momento, te agradezco una vez más que te cruzaras –de nuevo- en mi camino. Y ahora ya no más, capitán. Has tenido suficiente por hoy. Simplemente recordarte que espero encontrarte en más vidas, así que no te escondas.

¡Feliz cumpleaños!

domingo, 19 de abril de 2009

La evolución del tiempo y del Señor R


El Señor R ha estado de vacaciones estas semanas, por eso no se ha pronunciado demasiado y este blogs ha sido inundado por haikus y una breve conversación que no debe causaros alarma: estamos bien, el señor R no nos ha abandonado, continuará por aquí, pero no tanto como nos gustaría, o al menos no tanto como me gustaría a mí.

Aún así tenemos suerte. Si hubiésemos conocido al Señor R sobre 1800 invertiría su poco tiempo libre - unas 730 horas- en ir de bar en bar ahogando sus penas o de feria en circo haciendo volar su imaginación, preguntándose por qué tiene que trabajar de sol a sol en una fábrica para sobrevivir. Y nosotros no tendríamos tiempo ni de echarle de menos porque nuestra vida sería igual. Quizá tendríamos suerte y nos lo encontraríamos en algún bar, entre cervezas o ron.

Quizá si nuestras vidas se hubieran cruzado 50 años más tarde las pocas conversaciones que tendríamos serían sentados en el banco de un parque comentando las postales que nos hubieran enviado nuestros amigos ricos. O mejor tirados en el césped, en contacto con la naturaleza. Eso sí, sus horas de ocio -en caso que siguiera trabajando en la fábrica- hubieran aumnetado hasta llegar a las 2084 horas. Y ahora que lo pienso yo tengo postales que escribir y enviar.

Si le sumamos 50 -y hemos llegado al período entre 1980-1914- años más a nuestro encuentro nos encontraríamos en que yo también estaría trabajando así que nos veríamos poco, muy poco, demasiado poco. Seguro que nuestros horarios no coincidirán porque yo debería trabajar por la noche después de dejar una supuesta cena a un supuesto marido y dormidos a unos supuestos hijos. Nuestras miradas sólo se cruzarían cuando él entrase a la fábrica y yo saliera. O con un poco de suerte sería un escritor bohemio y tendríamos encuentros furtivos en un ático situado en el centro de Barcelona. Esos encuentros tendrían lugar en algunas de las 2710 horas de ocio que el Señor R dispondría al año.

Sí, un escritor bohemio es lo que era el Señor R que vivió entre 1914-1940. De novela negra. Al señor R actual le gusta la
novela negra así que… seguro que a su antepasado también. Invertiría su semana de vacaciones –porque aunque bohemio este Señor R sabía que de vez en cuando tenía que trabajar para sobrevivir- en visitar París y sus parisinas.

Le volvemos a sumar 10 años a nuestro encuentro con él. Ha conseguido trabajar 8 horas diarias y tener 21 días de vacaciones. Su tiempo libre -3480 horas anuales- lo dedica a ir al futbol y a las discotecas. Lejos ha quedado el escritor, pero queda algo de él pues se dedica a la fotografía cuando no sale. Invierte sus vacaciones en ir a la playa para observar a las turistas.

Y nos vamos acercando al Señor R actual, pero antes nos detenemos en el Señor R de 1980. Ya con fin de semana y un mes de vacaciones se da a los excesos, las fiestas se alargan y las resacas se soportan delante de la televisión. Cuando está sereno cuida de sus sobrinos que le piden ir al cine o al Tibidabo. Su vena artística ha dejado la fotografía y la escritura para dedicarse a los videos caseros. Hace pequeñas historias que a nadie le interesan basadas en los pequeños detalles en que nadie se fija como en Elena, la chica que cada miércoles a las siete de la tarde sale a barrer la puerta de la cafetería donde trabaja porque a las siete y un minuto pasa Javi, profesor de historia que se dirige a su casa después de un día duro con alumnos y una tarde tensa de reuniones.

Hemos llegado a la actualidad, al Señor R que escribe, enseña y tiene una media de 4665 horas de descanso -aunque yo creo que en su caso, son más. Al que vive a caballo entre Madrid y Barcelona, al que no tiene horario fijo, al que se pasa el día de aquí para allá u horas delante de un portátil, al que cada vez te sorprende más, te encuentras con más frecuencia y te alegras más de haber conocido. Al que de aquí a unos cuantos años se irá de viaje con sus compañeros de la tercera edad.

jueves, 16 de abril de 2009

en65palabras



-Miénteme. Dime que tu vida no cambiaria si un día desaparezco. Dime que no me vas a echar de menos. Dime que no he significado nada, que ni siquiera guardarías un lejano recuerdo de nuestras conversaciones.
-No puedo decirte eso. No me lo puedes pedir. No me hagas esto.
-¿No? ¿Por qué?
-Porque te estaría diciendo la verdad. Lo siento.
-No tanto como yo, créeme

viernes, 10 de abril de 2009

Un haiku de despedida


Abrazos por dar
palabras por decirte
las calles lloran.

jueves, 9 de abril de 2009

Un haiku para Sergio


Hojas en blanco
que llenar con cuadrados
fuera hace sol.





Para ti, que lo entenderás (o eso espero xD)

miércoles, 8 de abril de 2009

Un haiku de regreso


En la capital
perros, gatas y zebras
son mis amigos