- Ven a buscarme por favor.
Laura estaba sentada en un sofá de polipiel rojo. Se había quitado los zapatos y tenía las rodillas contra el pecho. Nunca había entendido porqué en el descansillo de muchos restaurantes de categoría había muebles tan cómodos. Al lado tenía una mesita donde descansaba su bolso y una lámpara llena de lágrimas de cristal que chocaban entre ellas cuando el viento suave entraba por la ventana que había al fondo del baño. Entre pasillo y habitación distribuidora no había puerta, simplemente un gran arco de madera barnizada.
- ¿Cómo ha ido?
- Depende del filtro con que lo mires.
Hacía como tres meses que recibió una carta que decía “Daniel BR y Rosa LM se complacen en invitarles a su boda”. Aquella carta le había causado una especie de shock emocional que no había sabido interpretar.
- Cristian, Dani se casa y no es conmigo.
- Ahá.
- Me parece muy fuerte y más aún que me invite.
- Ahá.
- Cristian esto es serio…
- Tú estás con Nacho.
- No estoy con Nacho y, en caso que lo estuviera, no tendría nada que ver. Es Dani, llevo como media vida enamorada de él.
- Y la otra media como acostándote con él.
- No ha sido exactamente así y lo sabes.
Laura había conocido a Dani hacía 5 años, cuando ella tenía 19 y él 34. Era el entrenador de básquet bohemio con aires de poeta de su hermano. Alto, moreno, un poco desgarbado y con los ojos marrones. Un tipo muy normal que había ensimismado a Laura. Después de un año de cortejo e insistencia ella había conseguido atraparlo y era frecuente que en el momento menos pensado uno de los dos llamase. Sus claves eran muy sencillas basadas en una canción que Laura adoraba y que intentaba contagiar a cualquier persona de su alrededor. “Venga” y “Vale” eran la señal de un encuentro esporádico en el que acabarían sudando en el sofá, la cocina, el despacho o, quizá, una cama del piso de Dani, situado en la Calle París.
- Pero, ¿Cuánto hace que no... “quedáis”?
- Como unos 4 ó 5 meses.
- ¿Cuánto hace que estás con Nacho?
- ¿oficial o extraoficialmente?
- …
- Joder, Cristian. Empecé a acostarme con Nacho hace como ocho meses. Sí, pero estuvimos un tiempo que no sabíamos que éramos o, lo sabíamos menos que ahora. En ese tiempo, no asumí ningún compromiso de fidelidad, ambos podíamos hacer lo que quisiéramos. Luego, simplemente no tuve la necesidad de recurrir a Dani, un pacto no escrito.
- Pero ahora te da rabia que se case, cuando igualmente él compartía cama contigo cuando tenía novia.
- Pero no se casa conmigo…
- Pero tú no te quieres casar…
- Pero es Dani…
- ¡Pero eres lo peor!
Recordaba aquella conversación telefónica con Cristian mientras al otro lado de la línea ahora se encontraba Nacho.
- No te entiendo y no sé si quiero entenderte.
- Ven, creo que… no… no lo creo, lo sé. Tengo que contarte algo.
A Laura le temblaba la voz, a Nacho, en cambio, el resto del cuerpo.