domingo, 19 de abril de 2009

La evolución del tiempo y del Señor R


El Señor R ha estado de vacaciones estas semanas, por eso no se ha pronunciado demasiado y este blogs ha sido inundado por haikus y una breve conversación que no debe causaros alarma: estamos bien, el señor R no nos ha abandonado, continuará por aquí, pero no tanto como nos gustaría, o al menos no tanto como me gustaría a mí.

Aún así tenemos suerte. Si hubiésemos conocido al Señor R sobre 1800 invertiría su poco tiempo libre - unas 730 horas- en ir de bar en bar ahogando sus penas o de feria en circo haciendo volar su imaginación, preguntándose por qué tiene que trabajar de sol a sol en una fábrica para sobrevivir. Y nosotros no tendríamos tiempo ni de echarle de menos porque nuestra vida sería igual. Quizá tendríamos suerte y nos lo encontraríamos en algún bar, entre cervezas o ron.

Quizá si nuestras vidas se hubieran cruzado 50 años más tarde las pocas conversaciones que tendríamos serían sentados en el banco de un parque comentando las postales que nos hubieran enviado nuestros amigos ricos. O mejor tirados en el césped, en contacto con la naturaleza. Eso sí, sus horas de ocio -en caso que siguiera trabajando en la fábrica- hubieran aumnetado hasta llegar a las 2084 horas. Y ahora que lo pienso yo tengo postales que escribir y enviar.

Si le sumamos 50 -y hemos llegado al período entre 1980-1914- años más a nuestro encuentro nos encontraríamos en que yo también estaría trabajando así que nos veríamos poco, muy poco, demasiado poco. Seguro que nuestros horarios no coincidirán porque yo debería trabajar por la noche después de dejar una supuesta cena a un supuesto marido y dormidos a unos supuestos hijos. Nuestras miradas sólo se cruzarían cuando él entrase a la fábrica y yo saliera. O con un poco de suerte sería un escritor bohemio y tendríamos encuentros furtivos en un ático situado en el centro de Barcelona. Esos encuentros tendrían lugar en algunas de las 2710 horas de ocio que el Señor R dispondría al año.

Sí, un escritor bohemio es lo que era el Señor R que vivió entre 1914-1940. De novela negra. Al señor R actual le gusta la
novela negra así que… seguro que a su antepasado también. Invertiría su semana de vacaciones –porque aunque bohemio este Señor R sabía que de vez en cuando tenía que trabajar para sobrevivir- en visitar París y sus parisinas.

Le volvemos a sumar 10 años a nuestro encuentro con él. Ha conseguido trabajar 8 horas diarias y tener 21 días de vacaciones. Su tiempo libre -3480 horas anuales- lo dedica a ir al futbol y a las discotecas. Lejos ha quedado el escritor, pero queda algo de él pues se dedica a la fotografía cuando no sale. Invierte sus vacaciones en ir a la playa para observar a las turistas.

Y nos vamos acercando al Señor R actual, pero antes nos detenemos en el Señor R de 1980. Ya con fin de semana y un mes de vacaciones se da a los excesos, las fiestas se alargan y las resacas se soportan delante de la televisión. Cuando está sereno cuida de sus sobrinos que le piden ir al cine o al Tibidabo. Su vena artística ha dejado la fotografía y la escritura para dedicarse a los videos caseros. Hace pequeñas historias que a nadie le interesan basadas en los pequeños detalles en que nadie se fija como en Elena, la chica que cada miércoles a las siete de la tarde sale a barrer la puerta de la cafetería donde trabaja porque a las siete y un minuto pasa Javi, profesor de historia que se dirige a su casa después de un día duro con alumnos y una tarde tensa de reuniones.

Hemos llegado a la actualidad, al Señor R que escribe, enseña y tiene una media de 4665 horas de descanso -aunque yo creo que en su caso, son más. Al que vive a caballo entre Madrid y Barcelona, al que no tiene horario fijo, al que se pasa el día de aquí para allá u horas delante de un portátil, al que cada vez te sorprende más, te encuentras con más frecuencia y te alegras más de haber conocido. Al que de aquí a unos cuantos años se irá de viaje con sus compañeros de la tercera edad.

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