Silencio. Miradas. Tensión. ¿Quién habla primero? Marta esbozó una sonrisa traviesa, él volvió a respirar.
- Tranquilo, no iba en serio. Es decir, sí te tienes que ir porque tengo mucho trabajo. Sí, has tardado mucho en volver y sí, sé que no has sufrido tanto estos meses. Pero no estoy enfadada... No ahora. Ahora no toca. Pero ahora tampoco podemos hablar. Ha sido un buen intento, pero igual que yo sí me he preocupado por ti en la sombra veo que tú no, sino, no habrías dado este paso. O igual sí y aún así te has atrevido lo que me alegraría mucho. Sea como sea, hablamos próximamente ¿De acuerdo? Gracias y feliz inicio de año, Carlos.
Y Marta le dio dos besos como si fuera un viejo conocido. ¿Era eso en lo que se había convertido? En sus planes no había la opción “hablamos próximamente”. Había la opción “Vete a la mierda” y la opción “Beso largo y una vida juntos para siempre”. De hecho, sólo confiaba en la segunda, por eso el amago de la primera le había dejado sin palabras.
Marta tenía razón como el 99,99% de las veces. Él no se había preocupado mucho de saber si ella estaba bien o no. Lamentarse le había ocupado la mayor parte de su tiempo para preguntarse si ella también estaba sufriendo, si había rehecho su vida o si había aprendido a montar en bici.
¿Qué significaba aquel “hablamos próximamente”? ¿Una puerta abierta o una falsa esperanza? Era una manera amarga de despedir el año.
A los seguidores reconocidos de esta historia y a ti que me han dicho que la sigues pero no te manifiestas: Feliz 2012, os deseo lo mejor.