Había pasado un año desde que no fuera al teatro y casi siete meses desde que él volvía a ser “yo”. Entre ambas fechas habían pasado cinco meses en que no se había querido dar cuenta de nada. Cinco meses pero seguro que eran muchos más. Nadie había borrado la pizarra, nadie había quitado las entradas de la nevera. Le recordaban su error, que era demasiado tarde, que las plantas se secan.
Seguía sin haber café, en su corazón seguía lloviendo y como los 365 días anteriores seguían sonando Los días raros. Echaba de menos la cocina sin sal de Marta, las notas en la pizarra, el mensaje de las tres diciendo qué había comido. Las tardes de sofá, las caricias de medianoche, las mañanas que le despertaba la radio.
¿Por qué no había comprado café? ¿Por qué no intentó colorear su día lluvioso? ¿Por qué dejó aquel disco puesto en el equipo de música? ¿Por qué no fue al teatro? ¿Por qué no dio cuenta que ella se alejaba? Si en un día había cometido tantos fallos, cuántas cosas debían habérsele pasado por alto.
Buscaba la respuesta en su examen suspendido. Cómo si se tratara de la última oportunidad para aprobar una asignatura salió a la calle y empezó a buscar respuestas. A las 14.55 entró en el despacho de Marta. Aún estaba vacío, pero en apenas dos minutos entró.
Diooooox. ¿Qué le dirá Marta?
ResponderEliminarDeberías preguntarte: ¿Qué le dirá primero Carlos a Marta?
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