Esta semana Perceval nos ha hablado sobre las palabras -entre otras cosas- así que me he dicho "Oh, tú tenías escrito algo sobre ellas". Aquí lo teneis. La tercera acepción del diccionario de la RAE nos cuenta (aunque nos podría comentar también) que un dardo es un dicho satírico o agresivo y molesto. No hay mejor manera de describir a Lázaro Carreter y a esta recopilación de artículos, escritos entre 1999 y 2002, que con estos adjetivos.
Fernando Lázaro Carreter tenía en su haber un sinfín de títulos, premios y libros que avalaban su carrera como crítico, profesor y estudioso, pero sobre todo como incansable luchador a favor del buen uso de la lengua española. Tanto en “El dardo en la palabra” como en “El nuevo dardo en la palabra” Lázaro Carreter se dedica a hacer un estudio del lenguaje de los periodistas. A su entender, las personas que están al frente de los medios de comunicación son quienes tienen más responsabilidad en cuento al lenguaje porque son los encargados de transmitir correctamente su uso. Aun así, los medios de comunicación no siempre son buenos transmisores de aciertos lingüísticos y como consecuencia de sus equivocaciones, la sociedad también erra. Este libro fue escrito con el fin de hacer evidentes los numerosos errores lingüísticos de los medios de comunicación y así poder corregir nuestros deslices con el idioma. Asimismo, podemos ver la evolución (o la no evolución) de la lengua a través de las épocas históricas.
El libro nos muestra los miles de errores que cometemos todos los días. Por una parte el uso inapropiado de palabras con diferente significado pero que la gente utiliza por sinónimos como, por ejemplo mandar y mandatar. Por otra, la invención de nuevas palabras o expresiones como “buenas madrugadas” por no hacer el esfuerzo de pensar en qué franja horaria situar las 01.00 h. También es criticada la insistencia en cometer el crimen de no acentuar gráficamente las mayúsculas.
Los dardos de Lázaro Carreter están escritos con un tono de humor, buscan llamar la atención del lector, pero siempre son tratados con al seriedad y el rigor que merece la lengua. La sátira es una constante en todos los artículos. Dicha sátira la utiliza muy a menudo con la expresión “escribidor” para denominar al “mal escritor” causante de los errores y en la referencia al eterno debate de si oímos o escuchamos.
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