martes, 12 de mayo de 2009

El señor Ibrahim y las flores del Córán


“La lentitud, ese camino hacia la dicha” pronuncia el señor Ibrahim pocas escenas antes del final. Quizá por eso en los tiempos que corren abundan los infelices: vamos demasiado rápido a ningún lugar. Una de tantas reflexiones a las que el espectador puede llegar después de ver esta película ambientada en el París de los años 60.

Moise e Ibrahim inician su historia separados por prejuicios sociales y acaban unidos por la soledad. Por una parte, Momo –como quiere Moise que le llamen- es un joven judío incomprendido, abandonado primero por su madre y más tarde por su padre. Por la otra, Ibrahim, el árabe, marcado por la muerte de su mujer y que pasa los días sin ilusión detrás del mostrador de su tienda –abierta de 8.00h a 00.00h incluso los domingos.

Un día, Momo, cansado de situación y después de saber que su padre se ha suicidado le pide a Ibrahim que le adopte. Juntos iniciarán un viaje que les llevará a Turquía, pasando por lugares como Italia o Grecia. Durante este trayecto el señor Ibrahim inculca a Momo la sabiduría de su Corán la cual como intenta enseñarle al joven no es tan diferente de otras sabidurías: "Las iglesias católicas huelen a cera, las iglesias ortodoxas huelen a incienso, las iglesias judías huelen a tela de algodón, las iglesias musulmanas huelen a pies; pero su Dios es el mismo, aunque le hayamos puesto distintos nombres", explica el viejo árabe.

Otra de las citas de Ibrahim que destacaría de la película “Te voy a hacer danzar. Cuando danzas el corazón canta y sube al cielo”. En aquellos momentos me hizo pensar en Guillermo Ferrara y la clase que impartió en la asignatura de Teoría y práctica de la meditación. Él no dejó de insistir en la importancia que tenía la danza en nuestras vidas, como activaba los sentidos y lo poco qué practicábamos ese arte.

Vamos rápido, no prestamos atención a las necesidades de nuestro cuerpo, no creemos en la amistad entre dos culturas diferentes… El señor Ibrahim y las flores del Corán no es una película que hablé del Corán explícitamente. Ibrahim y Momo crean una relación especial ente discípulo y mentor que se entiende des del el respeto, el mismo que predica el Corán. Las flores, en este caso, son las flores de la razón, por ello la religión debe interpretarse no desde el fanatismo si no como una manera humana y sabia de vivir.

“No me muero, voy a unirme con la inmensidad”. Antes de que llegue este momento quizá es hora de ir lento, mirar a nuestro alrededor y pensar en todo lo que nos queda por aprender.


No hay comentarios:

Publicar un comentario