jueves, 5 de enero de 2012

Enero (V)

Aquel día y aquella noche - los cuales durante mucho tiempo dudó que en realidad existiesen- se habían ido diluyendo como azúcar en su inexistente café. Pasó abril, pasó mayo, pasó el verano, sobrevivió al otoño, llegó el frío y él volvió de repente haciéndole más creíble todo lo que pasó.

La reestrenada vida con Alicia era bastante calmada. Les había venido bien esa larga temporada de desconexión conyugal. Además, Alicia decidió actuar como siempre: conservar las mismas manías, las mismas imperfecciones, la misma manera de sacar de quicio a Laura con sus duchas a deshoras y su costumbre de no tender las lavadoras. La vida sigue, todo sigue, “Marta, tú también sigues y cuanto antes vuelvas a la realidad, mejor para las dos”.

La primera noche lloró, la segunda soñó que nada había pasado, la tercera volvió a llorar. Y así una semana. Durante ésa, Marta quiso irse, volver, caer, dejarse pisar. La segunda, se fue unos días a la capital, a renovar ideas y dejarse guiar. La tercera se prohibió llorar. Al mes dio por perdida toda opción de reconciliación.

Había pasado un mes sin señales que le dejaban más que claro lo poco que había significado ella para él. A través de amistades comunas casis in querelo iba siguiendo la evolución del duelo de Carlos: martes y miércoles Champions, jueves Euopa League, Sábado Liga. Domingos de barbacoa. Viernes de cine y copa, lunes de pijama. Un viaje a exprés a Praga y mini vacaciones en Canarias. Allí, algún lío que otro. Nada en Barcelona. Ni una lágrima en presencia de amigos, ningún signo de ahora las las penas, ningún rastro de arrepentimiento. ¿Y él, sabría algo de ella? No, no sabía nada, ella se hubiera enterado como se enteró de todo lo demás.

Era hora de tomar una decisión.

1 comentario:

  1. Yo sólo espero que Marta, sobre todo, no se traicione a sí misma.

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